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Capítulo 11: Fin de la función
Dejé el hacha a un lado para darle algo de ventaja, pero la
estúpida soltó también su cuchillo. ¿Kina contra mí, cuerpo a cuerpo? Ahora sí
que estaba perdida. Comenzamos a tirarnos del pelo, y en un momento determinado
tiré de su cabeza hacia abajo para golpearle en la cara con la rodilla.
Al ver que aquello no era más que un juego de críos, cogimos de
nuevo nuestras armas. Me cortó en varios sitios, desgarrando mi camiseta y mis
vaqueros. Noté la sangre caliente derramándose también por mis mejillas. Pero
yo la hice más daño. Le clavé la punta del hacha sobre la clavícula, observando
como la sangre recién salida del corazón brotaba roja. Y todo el mundo se tiñó
de rojo ante mis ojos. Le corté la muñeca izquierda, bajo la rodilla derecha,
el labio inferior…
En un descuido mío salió huyendo hacia su habitación. La seguía
entre histéricas carcajadas. Rompí la puerta de una patada y entré, pillándola
intentando llamar a una ambulancia. Con el pie le tiré el móvil de la mano, y
después hinqué el mango de mi hacha en el lugar justo donde se unen los
metacarpos y las falanges del pie. Reí mientras ella gritaba. Estaba acabando
con ella.
Pero la bastarda cogió y me clavó su cuchillo en el cuádriceps.
Rugí de dolor y me quedé quieta. Sentí que me había seccionado la arteria
femoral y como la sangre salía a borbotones con un dolor punzante.
En un arrebato de ira, levanté mi hacha y se la clavé en pleno
abdomen. Sentí sus costilla crujir por el impacto y vi su cara desencajada por
la sorpresa y el espanto.
Sonreí triunfal. A pesar de que tenía la certeza de que podía
morir desangrada por la herida que Kina me había provocado, sabía que había
ganado.
Allí, acurrucada en un rincón, Kina tenía un aspecto derrotado y
deplorable. Me hubiese dado lástima si se hubiera tratado de otra persona. Pero
ella no. Mis espinas se apretaban poco a poco contra su frágil tallo.
Saqué con gran esfuerzo el
cuchillo de mi pierna y me decidí a clavárselo en el corazón. Morir por su
propia arma. Ah, dulce justicia poética…
Eemm... Yo... la verdad... No tengo palabras... No sé qué comentar... Este capítulo me ha parecido de lo más sádico, pero aún así me ha gustado.
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