He aquí... la decisión de Inés xD (casi por segunda vez ya)
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Capítulo 14: Excusas y descubrimientos casi increíbles
Cuando me recuperé casi del todo, para lo cual no pasó mucho
tiempo, me encargué de los cabos sueltos que habíamos ido dejando Kina y yo.
Una noche en la que aún estaban de acampada, me dirigí hacia mis
compañeras de clase dulcemente dormidas. Una parecía tener el sueño
suficientemente ligero como para escucharme, así que me acuclillé y le susurré
al oído;
-Inés y Kina han desaparecido en el bosque. No hay nada que
podáis hacer por ellas.- y proseguí.- En el internado os encontraréis las
paredes pintadas de rojo, pero no os preocupéis. Solo es pintura del
Departamento de Plástica. No hay nada por lo que alarmarse…
Ella se revolvió y siguió durmiendo. Yo, satisfecha con mi
trabajo, volví al teatro. Me resultaba bastante divertido que a la gente le
sirvieran de explicación cosas tan inverosímiles como aquellas. Pero así somos
los humanos. Por no hacer el esfuerzo de mirar más allá nos quedamos con la
respuesta más simple de todas. Pongamos un ejemplo; la teoría de las
partículas. En efecto, explica muchas cosas, pero no hay pruebas de que las
partículas existan. Y, si se descubriera que las partículas no existen, ¿qué
ocurriría con todo lo que sabemos sobre materia? Se desmoronaría. Pero esa es
una realidad demasiado dura de aceptar, ¿no?
Pero me desvío demasiado, disculpadme.
Pronto se presentó un nuevo problema; la comida.
Afortunadamente, conocía a la perfección las rutinas del internado. Tres veces
al mes, la cocinera se tomaba unas cortas vacaciones, dejando la comida ya
preparada para su ausencia. Lo único que yo tenía que hacer era colarme por la
noche y robar la suficiente hasta las próximas vacaciones.
Los meses pasaron tediosamente. Yo, claro está, no pretendía
salir a la calle hasta mucho después, como precaución a que alguien me
reconociera. Pero hubo algo que, de nuevo, precipitó mis planes.
Por alguna razón, seguían llevando el periódico al teatro. De
aquella manera, yo lo leía todos los días y me mantenía informada.
Un día, hojeando la prensa, encontré un artículo sobre un joven
músico virtuoso del piano y el violín. Sonreí cáusticamente al ver la foto. Era
el chico al que Kina se había dirigido tiempo atrás, adelantando su muerte. No
esperaba oír noticias sobre él después del corto y patético episodio.
Pero lo peor fue el artículo de la página siguiente:
>> Joven de diecisiete años salva la vida de forma
milagrosa tras un misterioso ataque.
Y aparecía, como no, una foto de Kina sonriendo de manera tonta
a la cámara.
Entrecerré los ojos. La muy idiota, encima de haber sobrevivido,
podía sonreír. Sin el menor arrepentimiento por lo que había hecho. Había
destrozado una vida y sonreía felizmente. Había decantado un alma hacia la
autodestrucción y se alegraba.
Arrojé el periódico a un lado y me dirigí al baño.
Kina recibiría muy pronto
su primera y última visita en el hospital.
Así que eso fue lo que decidió a Inés... Vaya, esto se pone cada vez más interesante.
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