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Capítulo 18: Quien creíste olvidado
Allí estaba.
Kina aún portaba el camisón blanco del hospital, que ondeaba
arremolinándose en torno a sus pies. Éstos, a pesar de todo el camino que había
que recorrer hasta encontrar el auditorio, estaban en perfecto estado,
descalzos, sin un solo rasguño o rastro de suciedad. El pelo rubio le enmarcaba
el rostro, con la mandíbula tensa. Sus ojos verdes centelleaban con una rabia
malamente disimulada. Al menos, eso me parecía a mí. Tenía mejor aspecto que
nunca. No estaba pálida, ni huesuda, ni tenía ojeras.
-Hola, Inés.
No hizo falta que abriera la boca. Las palabras resonaron en mi
cabeza como si pudiéramos comunicarnos telepáticamente.
-Kina.- saludé. Y añadí con ironía- Tienes buen aspecto. Te
imaginaba un poco más…
-¿Muerta?- resonó su voz con desdén.
-Iba a decir… Qué más da.- sonreí.- Muerta también me vale.
-Llevo mucho tiempo buscándote.
-Sí, has tardado bastante. Han pasado tres meses desde que te
maté.
Me miró con seriedad.
-Supongo que sabes a lo que he venido.
-Me imaginaba que no era una visita de cortesía.
-Entonces no hay necesidad de perder más el tiempo.
Con aquel horripilante deslizar de los fantasmas se abalanzó
sobre mí.
Y yo, con una sonrisa, me
volví y le abrí las puertas del auditorio.
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