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Capítulo 16: Memorias en blanco y negro… y rojo
Esta vez sabía claramente que Kina había muerto. Podía sentir el
gran peso que me había sacado de encima.
Pero, lentamente, también empecé a notar un nuevo lastre en el
corazón.
Al fin y al cabo, lo había vuelto a hacer.
Apoyada contra el cristal de una ventana del teatro, dejé fluir
los recuerdos con la esperanza de que la lluvia se los llevara.
Cuando era pequeña, mi madre era la persona a la que más
admiraba en el mundo. La quería. La adoraba. Ella era cariñosa y alegre, atenta
y se preocupaba por mí. Yo solo quería estar con ella.
Pero entre ella y yo se interponía un obstáculo que no podía
saltar por mucho que quisiera; mi hermano. Mi madre no lo dejaba ni a Sol ni a
sombra. Siempre estaban juntos, eran como uña y carne. Y yo me sentía cada vez
más excluida.
Un día, jugando, mi hermano y yo nos caímos. Él se hizo un
raspón en la rodilla, y yo me pegué en la cabeza contra la esquina de nuestra
mesita de café. Yo era más fuerte que mi hermano y no lloré. Pero eso hizo que
mi madre no se preocupase y solo tuviera ojos para el rasguño de mi hermano.
Aquel día tomé una decisión. Muy, muy de noche, me deslicé en la
habitación de mi hermano con mi almohada apretada contra el pecho. Me quedé
junto a él, mirándolo. Y entonces apreté mi almohada contra su rostro. Él se
debatió y se retorció. Intentó gritar, pero la almohada ahogaba sus palabras.
Mi hermano se quedó inmóvil. Yo retiré mi almohada. Mi hermano
tenía los ojos inyectados en sangre y la piel pálida.
Con un encogimiento de hombros regresé a mi habitación.
Volví en mí mordiéndome los labios. Sí, la situación era la
misma que entonces. Había matado a dos personas sin razón aparente.
Sin embargo, sacudí la cabeza. Sí que había una razón.
Tanto Kina como mi hermano habían intentado imponer su felicidad
sobre mi propia felicidad, mi autoestima y mi orgullo.
Para mí era razón
suficiente.
Es triste saber que lo hace porque le duele... La historia de Inés es muy interesante, de alguna manera.
ResponderEliminarMikka-san... Cada vez me das más mal rollete...
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